viernes, 11 de noviembre de 2016

Al filo del precipicio

Imagen: Capra pyrenaica hispanica. Autor: Javier Cañas Martín.

La Capra pyrenaica hispanica (Cabra montés) es una especie emblemática de las zonas montañosas de nuestro país, principalmente de las zonas más escarpadas. En el pasado estuvo muy amenazada, pero en la actualidad se han recuperado sus poblaciones en todo el país. 

Recientemente ha saltado a la prensa el problema que está ocasionando la sobrepoblación de cabras en el Parque Nacional de Guadarrama en su vertiente de la Comunidad de Madrid. La Consejería de Medio Ambiente de la Comunidad estima que hay 4000 cabras (tan solo en la zona de la Pedriza se estima que hay un número de 3000) y que la población no para de aumentar en los últimos años. Los daños que están provocando sobre el espacio natural comienzan a ser severos, afectando a la regeneración de la vegetación autóctona y generando procesos erosivos. 

El plan para controlar la población de cabras estima que el número adecuado de estos animales en el parque debería de ser de 1500 individuos, para llegar a este número se propone en un período de 10 años eliminar al 75% de los animales que sobran y el 25% restante destinarlos a espacios naturales que necesiten individuos para tareas de reintroducción de la especie (como está ocurriendo en el Pirineo Francés). Este plan ha sido paralizado por la justicia, debido a un recurso presentado por el partido animalista PACMA, que consideraba muy elevado el número de animales a eliminar y proponía otros métodos para controlar la población. La Comunidad de Madrid aduce que es necesario aplicar el plan para evitar la aparición de plagas y enfermedades (como la sarna) entre las cabras que podrían afectar a otras especies de mayor importancia del Parque Nacional. 

La gestión cinegética es una herramienta muy importante para el control de poblaciones y debe ser utilizada con responsabilidad en cosos extremos, siempre desde una  perspectiva de sostenibilidad de las especies que se ven afectadas. En el caso que ocupa este artículo, es necesario continuar realizando estudios y plantear un plan de control que no se base tan solo en la muerte de los animales, sino en el control de las poblaciones mediante esterilización y retirada de animales para futuras reintroducciones. Hay que recordar que el Parque Nacional alberga una gran diversidad botánica que tiene que ser salvaguardada, por lo que una gestión integrada de la caza (con una eliminación menor del número de cabras por los técnicos del parque) puede complementar a las soluciones menos agresivas. En las zonas de regeneración de vegetación autóctona se pueden tomar medidas como el vallado o la colocación de redes protectoras. La falta de depredadores de las cabras también es una de las causas de la sobrepoblación, algunos grupos ecologistas proponen la reintroducción del lobo en el parque, pero debido a la complejidad de la propuesta (deberían de estar de acuerdo muchos grupos de interés, como los ganaderos) es difícil que se lleve a cabo, aunque recientemente se han detectado poblaciones de lobo ya asentadas en el Parque Nacional y criando. 

Estas noticias deberían de hacer reflexionar a los gestores de los espacios protegidos, muchas veces las reintroducciones de especies cinegéticas provocan efectos sobre la vegetación autóctona o la biodiversidad del espacio (como ha ocurrido con el muflón en el Parque Nacional de Teide). En el caso de la Capra pyrenaica hispanica es deseable encontrar una solución de consenso que permita poder disfrutar de su imponente figura en el parque y no provoque efectos sobre el medio natural de este valioso enclave. 

Bibliografía empleada para realizar este artículo: